Son momento de marginación, de estancamiento mental
¿Qué pasara dentro de algunos meses más? ¿Lanzado al mundo como un bastardo sin
hogar ni nación? ¿O tal vez un acomodado joven dentro del sistema? Esperando el
momento, 21 días sin escribir ni dormir, 21 días sin sonreír ni jugar. Serán
los peores 21 días que alguien pueda experimentar. La fatídica respuesta estará lista
pasado los 21 días.
Como si fuera por inercia las bocas callan
resentidas y dolidas, el pequeño que miraba películas de los 90’s entendió que
el arte no es lo mismo que matar. No se pueden hacer pinturas sobre un lienzo
con sangre, no puedes ocupar una vida para satisfacer tus deseos más escondidos
dentro de esa retorcida mente tuya.
A veces llega Noviembre cuando menos nos damos
cuenta, ya pasaron las terroríficas calabazas de dulces y aún falta para el gordo
diabético del polo norte.
A veces llega Noviembre y muchos no tienen que
decir, ni un abrazo ni un golpe. Nada, simples bocas calladas deambulan de un
lugar a otro con su mirada penetrante, te poseen con la mirada, te destrozan con
los ojos. Quedas al interior de un laberinto, su juicio es tan perfecto para
nosotros, su refinada nariz perfumada es demasiada hermosa para ser percibida, su
rostro no puede ser visto por cualquiera, sus manos son blancas como el ángel
que cada noche se posa en el marco de mi ventana para contarme algunas
historias mudas.
A veces llega Noviembre, entonces todos los
problemas aparecen reunidos en un mismo hemisferio para dejarte inconsciente, florecen todos los pecados
mejor guardados. La privacidad es nula, se cortan las relaciones, se cortan las
venas, se cortan las ganas de seguir dentro del juego.
Ya no quiero seguir jugando.
Ya no quiero seguir jugando.
A veces llega Noviembre y sin darnos cuenta
seguimos en el mismo laberinto, sin salidas, todas son falsas con la excepción de que la anterior es mas falsa que la siguiente hasta llegar al mismo punto de inicio ¿Captas?, los amigos se
alejan de a poco. En esos momentos no puedes apretar el botón de reinicio para
volver al principio, las acciones fueron lanzadas al azar con un dado de cuatro
caras planas, para darnos suerte asesinamos al último Mylodon una cruda tarde de
Agosto. Fue difícil pero logramos beber de su sangre al instante cuando el sol se estanco sobre las colinas de marchitas flores grises como sus ojos de escalera diaria.
El mismo presagio se repite en los sueños, una y
otra vez el subconsciente trata de advertirte lo que debes hacer, lo que tienes
que cambiar, pero seguimos soñando y jugando. Una y otra vez lo ignoramos, la
suerte está dada con lo sucios dados del viejo cantinero curvo.
Con su caminada coja, sus ojos pequeños llenos de maduras arrugas observa la barra de alcohol nocturno, limpia vasos y sirve tragos
a obreros que se ahogan en su propio Noviembre interior.
A veces nadie recuerda Noviembre, pero estará allí,
cada año sin falta llega para abrirnos los ojos, para hacernos ver más viejos.
Otros piensan que es un mes más ¿Pero es así? No puedes negar los hechos como
tampoco puedes poseer la luna con un pulgar, no puedes aplastar al sol con la planta de tus pies descalzos.
A veces se repite la misma frase al principio de cada párrafo porque
las ideas se van pudriendo dentro de la materia gris. Seguro que esos 21 días
nadie amara, nadie tomara una pequeña siesta para relajarse. Las opciones son
escasas cuando el dinero es escaso. Te alcanza para vivir y algo más.
A veces llega Noviembre y no tenemos nada que
comer, abrimos el percudido refrigerados y solo hay una zanahoria con cruda tierra
campesina. ¿A quién no le gustaría ser millonario? Con billetes para limpiar la
cañería, con monedas para lanzárselas a los vagabundos. Gastar y consumir,
consumir y gasta para nuestro disfrute, no tengo porque preocuparme del futuro
porque el presente es perfecto.
La luna con sus cráteres como pistas de skate deja
nuestras almas a la deriva, cuando dormimos y soñamos nuestro Noviembre
interno, la luna extrae nuestras almas para pintarlas de diferentes colores,
algunas más opacas, otras más alegres, cambia nuestros labios para formar una
sonrisa o un malestar estomacal. A la madrugada vuelve a dejarnos nuestras
almas con su color correspondiente y una mueca dibujada que definirá nuestro
estado de ánimo por el resto del día desde que nos despertemos. Cada noche al dormir repite el proceso.