No hay nada más, tocas su refinado cuello con tu
mano, sientes como respira y exhala su último aliento.
No hay ciencia, tan solo tomas su cuello y pones tu
mano sobre ella. ¿Es una expresión de cariño y afecto? ¿Es que de verdad no te
das cuenta de lo que haces? Su piel de durazno no permite rasguños ni heridas.
Su piel es fina y débil, es suave y al mismo tiempo áspero
como la lengua de un gato. No lo puedes sentir por más que lo intentes, pero
ella desde el interior te trata de decir…. ¡Suéltame!
Sus labios están cerrados, no hablan, con una pereza
parecida al mudo mimo que nos observa en ese cuadro de la pared carmesí de
enfrente. El será el único testigo.
No suelta ninguna solo lagrima, no trata de escapar
o gritar, ¿Es que ella ya sabía todo tu plan desde el inicio? Ella es fina y
adinerada, es delgada y sonríe hacia las cámaras con sus espectrales flashes,
tiene un largo collar extraído desde medio oriente, sus dientes brillan, sus
ojos brillan, todo en su refinado cuerpo brilla a la luz de la luna.
Las personas luchan, matan, sangran y lloran por
tener un autógrafo de ella, tan solo ella. Es como si dios hubiera mandado un
nuevo hijo a la tierra, una semidiós en medio del glamour. Camina con
delicadeza por la alfombra roja, sus pies son blancos y su rostro está sobrecargado
de maquillaje europeo. Todos la quieren, todos quieren ser como ella….menos tú,
tu estas mal de la cabeza.
Es silencio es agobiante, tu mano está muy caliente
sobre su frió cuello. Ese cuarto donde estas eres pequeño ¿no es así? ¿Te produce
algo de claustrofobia? ¿Quieres acabar ya y romper las ventanas? ¿Ahora te
conviertes en la presa?
Mientras ella se demoraba horas en el cuidado de su
cabello, tú dormías bajo envases de cerveza barata. Conducías por la angosta
carretera curvilínea por unos pilares de tu propio ataúd, esos adictivos
cigarros que te sacan los malos pensamientos, te sientes bien, el mundo está a
tus pies aunque nadie te conozca.
Los rostros oscuros y tristemente agachados por la
vereda, bajas del vehículo oxidado y caminas. Caminas. Y vuelves a caminar.
Un paso tras otro.
Un pie y luego el otro.
Caminas y sigues observando rostros problemáticos,
esas caras arrugadas contaminadas por las industrias que se hacen humo entre
las negras nubes. Esos rostros piden dinero, están tiradas en la vereda, la
huella que dejas los espanta. De vez en cuando aparecen en tu camino por comida
o ayuda.
Tan solo tienes cigarrillos, eso no alimenta, eso
mata.
¿Eres de buen corazón? ¿Sabes que es la compasión? ¿Has
ayudado sin importarte la recompensa? ¿Piensas que yendo a la iglesia eres
mejor persona? ¿Crees que bautizándote eres un santo? ¿Seguir los 10 mandamientos
te hace mejor persona? Casi….Casi, te falta eso que no ofrece ninguna religión o
remedio psicológico, eso que es casi inalcanzable y todos creen que nacen sabiéndolo.
Hace falta un poco de sentido común, un libre
albedrío para que sepas ocuparlo de una forma sana. Tan sana hasta que mueras
en tierra.
Tan solo y frió, se siente en el suelo como las infinitas
marchas de funcionarios armados caminan por la nieve, tu tan solo, mantienes
una taza de café que enrollan tus blancas manos como la nieve. Eso fue la última
vez que viste a tus padres, fue la primera vez que ocupaste el sentido común. La
sociedad estaba exaltada, se podía oler el olor a sangre en el ambiente. Violaciones,
depravaciones, muertes y sobretodo mucho odio. El odio era incontenible dentro
de tus venas. Ardías por volver a ver a tus padres, un tramposo se los llevo, como
un cazador se lleva la fauna africana al circo y tú te convertiste en su payaso encadenado.
No tenías techo ni hogar, eras un huérfano que daba
risa, tan solo faltaba la nariz roja para ser un payaso.
Tan solo y tan frió, sigues igual que esos
inviernos. Solo que ahora ocuparas nuevamente tu libre albedrío para hacer algo
impuro, violaras el quinto mandamiento por una sola vez en tu vida.
Haz vivido en carne propia lo que es el odio, el
hambre y la infinita pobreza enfermiza.
No hay programa de televisión que no te de asco,
repudias sobre esas estrellas que se codean en el oro y no pueden llegar a
comprender tu dolor. Ningún papel actoral en alguna película basada en la
guerra los podrían hacer entrar en razón.
Tan solo necesitan dinero y lujos. Tan
solo necesitan lujos y dinero.
La fama y el glamour se le suben a la cabeza, gastan
todo el sueldo de un obrero en un postre. Gastan lo mismo que cuesta tu casa en
un traje de gala. Esos movimientos de dinero te producen indigestión. Tu visión
es extraña.
Así nos remontamos a tu mano en su cuello, ¿ella es
la peor no cierto? La peor, caza animales por diversión en sus vacaciones por
el sol de la sabana. Tiene fotos de su sonrisa con gatos por todo Internet. Vaya
hipocresía.
No hay envidia, tan solo hay odio.
Sigue el incómodo silencio, esos escasos segundos
parecen eternos cuando estas a punto de asesinar. Esta vez no perderás, esta vez
ella no ganara un premio más.
Tu mente te vuelve a incentivar, pasan en un desfile
deprimente todos esos rostros bajo la lluvia química, la piel se abre y gritan
sus labios, las llagas lloran sangre y no puedes hacer nada.
Ella no tiene la
culpa. Tú no tienes la culpa.
Entonces ¿Por qué haces esto? ¿Cuál es el fin? No cambiaras
nada con su muerte. Las personas seguirán solas y con frió, los niños seguirán jugando
sobre la basura y desechos médicos. Los ancianos seguirán pidiendo dinero hasta
morir. No eres un mesías, jamás sirvió sacrificar a alguien por la felicidad de
muchos. El señor de la cruz murió por nosotros y seguimos pecadores como siempre.
No hay escapatoria. Estas aquí y no puedes
arrepentirte en el último momento.
El suave cuello pecaminoso te impulsa algunos deseos
carnales, pero no. Estas aquí por otras cosas, ni por amor, ni por odio, estas
por aquí por sentido común.
Subes la mano hasta el cartílago de la tiroides, el
tacto es agradable, ahora pones sobre su cuello tu segunda mano. Estas a punto
de presionar y quitarle el oxígeno, quitarle la vida.
Los gruesos dedos de tus manos están preparados,
piensas tantas cosas en ese momento que es difícil de explicar.
Quieres morir,
pero el asesino eres tú.
Los músculos de tus brazos se contraen y se
endurecen, la fuerza bruta entra en acción. Estas listo para asumirlo y
desaparecer.
Una estrella menos en la tierra, una más en el
cielo.
¿Oyes los pasos? Alguien se acerca, tiene algo en su
mano.
Tus manos ocupadas y tu mente en otro lado, no estás
viviendo el presente, estas asesinando el futuro que morirá ahora.
El guardia.
El guardia que no pudiste esquivar.
Es solo el guardia con algo en su mano.
Es solo un cuchillo que te quita la vida.
Es solo el guardia que te apuñala por la espalda.
La única sangre que veras hoy es la tuya.
La única muerte que veras hoy es la tuya.
Siempre fuiste un payaso más del show que se escapó
del circo.
Creaste tus propias reglas, tu propio odio valido solo en
tu mente.
Ahora caes por tu propio odio, tu propio odio te
mato.
Es una autoeliminación. Tan solo tú.
Tú y la estrella femenina con su guardia.
Tan solo tú y tu roja sangre que mancha la alfombra
de terciopelo.
Eres tú, solitario y el frió.
Tan solo tú y tu frió cadáver.
Es tan frió como el cuchillo que te asesino.
"Hace demasiado frió, sube la calefacción payasito
odioso, lo único que necesitabas era un poco de calor, ese calor humano que se te arrebato cuando pequeño, tan solo eso y podrías haber sido un payasito feliz"
Pero ahora estas muerto y no existe vuelta atrás.
Ella seguirá ganando millones.
Pero ahora estas muerto y no existe vuelta atrás.
Ella seguirá ganando millones.
Ella seguirá siendo la reina de las fiestas de exclusividades.
Ella seguirá matando animales por diversión.
Y tu solo tendrás una fría lapida que nadie llorara.
Nadie recordara y seras un anécdota mas de las noticias.
Aquella lapida la cubrirá la nieve. Sin nombre ni descripción.
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