3/3/14

Sin nombre ni descripción.

No hay nada más, tocas su refinado cuello con tu mano, sientes como respira y exhala su último aliento.

No hay ciencia, tan solo tomas su cuello y pones tu mano sobre ella. ¿Es una expresión de cariño y afecto? ¿Es que de verdad no te das cuenta de lo que haces? Su piel de durazno no permite rasguños ni heridas.

Su piel es fina y débil, es suave y al mismo tiempo áspero como la lengua de un gato. No lo puedes sentir por más que lo intentes, pero ella desde el interior te trata de decir…. ¡Suéltame!

Sus labios están cerrados, no hablan, con una pereza parecida al mudo mimo que nos observa en ese cuadro de la pared carmesí de enfrente. El será el único testigo.

No suelta ninguna solo lagrima, no trata de escapar o gritar, ¿Es que ella ya sabía todo tu plan desde el inicio? Ella es fina y adinerada, es delgada y sonríe hacia las cámaras con sus espectrales flashes, tiene un largo collar extraído desde medio oriente, sus dientes brillan, sus ojos brillan, todo en su refinado cuerpo brilla a la luz de la luna.


Las personas luchan, matan, sangran y lloran por tener un autógrafo de ella, tan solo ella. Es como si dios hubiera mandado un nuevo hijo a la tierra, una semidiós en medio del glamour. Camina con delicadeza por la alfombra roja, sus pies son blancos y su rostro está sobrecargado de maquillaje europeo. Todos la quieren, todos quieren ser como ella….menos tú, tu estas mal de la cabeza.

Es silencio es agobiante, tu mano está muy caliente sobre su frió cuello. Ese cuarto donde estas eres pequeño ¿no es así? ¿Te produce algo de claustrofobia? ¿Quieres acabar ya y romper las ventanas? ¿Ahora te conviertes en la presa?


Mientras ella se demoraba horas en el cuidado de su cabello, tú dormías bajo envases de cerveza barata. Conducías por la angosta carretera curvilínea por unos pilares de tu propio ataúd, esos adictivos cigarros que te sacan los malos pensamientos, te sientes bien, el mundo está a tus pies aunque nadie te conozca. 

Los rostros oscuros y tristemente agachados por la vereda, bajas del vehículo oxidado y caminas. Caminas. Y vuelves a caminar.

Un paso tras otro.

Un pie y luego el otro.

Caminas y sigues observando rostros problemáticos, esas caras arrugadas contaminadas por las industrias que se hacen humo entre las negras nubes. Esos rostros piden dinero, están tiradas en la vereda, la huella que dejas los espanta. De vez en cuando aparecen en tu camino por comida o ayuda.

Tan solo tienes cigarrillos, eso no alimenta, eso mata.

¿Eres de buen corazón? ¿Sabes que es la compasión? ¿Has ayudado sin importarte la recompensa? ¿Piensas que yendo a la iglesia eres mejor persona? ¿Crees que bautizándote eres un santo? ¿Seguir los 10 mandamientos te hace mejor persona? Casi….Casi, te falta eso que no ofrece ninguna religión o remedio psicológico, eso que es casi inalcanzable y todos creen que nacen sabiéndolo.

Hace falta un poco de sentido común, un libre albedrío para que sepas ocuparlo de una forma sana. Tan sana hasta que mueras en tierra.

Tan solo y frió, se siente en el suelo como las infinitas marchas de funcionarios armados caminan por la nieve, tu tan solo, mantienes una taza de café que enrollan tus blancas manos como la nieve. Eso fue la última vez que viste a tus padres, fue la primera vez que ocupaste el sentido común. La sociedad estaba exaltada, se podía oler el olor a sangre en el ambiente. Violaciones, depravaciones, muertes y sobretodo mucho odio. El odio era incontenible dentro de tus venas. Ardías por volver a ver a tus padres, un tramposo se los llevo, como un cazador se lleva la fauna africana al circo y tú te convertiste en su payaso encadenado.

No tenías techo ni hogar, eras un huérfano que daba risa, tan solo faltaba la nariz roja para ser un payaso

Tan solo y tan frió, sigues igual que esos inviernos. Solo que ahora ocuparas nuevamente tu libre albedrío para hacer algo impuro, violaras el quinto mandamiento por una sola vez en tu vida.

Haz vivido en carne propia lo que es el odio, el hambre y la infinita pobreza enfermiza.

No hay programa de televisión que no te de asco, repudias sobre esas estrellas que se codean en el oro y no pueden llegar a comprender tu dolor. Ningún papel actoral en alguna película basada en la guerra los podrían hacer entrar en razón. 

Tan solo necesitan dinero y lujos. Tan solo necesitan lujos y dinero.

La fama y el glamour se le suben a la cabeza, gastan todo el sueldo de un obrero en un postre. Gastan lo mismo que cuesta tu casa en un traje de gala. Esos movimientos de dinero te producen indigestión. Tu visión es extraña.

Así nos remontamos a tu mano en su cuello, ¿ella es la peor no cierto? La peor, caza animales por diversión en sus vacaciones por el sol de la sabana. Tiene fotos de su sonrisa con gatos por todo Internet. Vaya hipocresía.

No hay envidia, tan solo hay odio.

Sigue el incómodo silencio, esos escasos segundos parecen eternos cuando estas a punto de asesinar. Esta vez no perderás, esta vez ella no ganara un premio más.

Tu mente te vuelve a incentivar, pasan en un desfile deprimente todos esos rostros bajo la lluvia química, la piel se abre y gritan sus labios, las llagas lloran sangre y no puedes hacer nada. 

Ella no tiene la culpa. Tú no tienes la culpa.

Entonces ¿Por qué haces esto? ¿Cuál es el fin? No cambiaras nada con su muerte. Las personas seguirán solas y con frió, los niños seguirán jugando sobre la basura y desechos médicos. Los ancianos seguirán pidiendo dinero hasta morir. No eres un mesías, jamás sirvió sacrificar a alguien por la felicidad de muchos. El señor de la cruz murió por nosotros y seguimos pecadores como siempre. 

No hay escapatoria. Estas aquí y no puedes arrepentirte en el último momento.

El suave cuello pecaminoso te impulsa algunos deseos carnales, pero no. Estas aquí por otras cosas, ni por amor, ni por odio, estas por aquí por sentido común.

Subes la mano hasta el cartílago de la tiroides, el tacto es agradable, ahora pones sobre su cuello tu segunda mano. Estas a punto de presionar y quitarle el oxígeno, quitarle la vida.  

Los gruesos dedos de tus manos están preparados, piensas tantas cosas en ese momento que es difícil de explicar.

Quieres morir, pero el asesino eres tú.

Los músculos de tus brazos se contraen y se endurecen, la fuerza bruta entra en acción. Estas listo para asumirlo y desaparecer.

Una estrella menos en la tierra, una más en el cielo.

¿Oyes los pasos? Alguien se acerca, tiene algo en su mano.

Tus manos ocupadas y tu mente en otro lado, no estás viviendo el presente, estas asesinando el futuro que morirá ahora.

El guardia.

El guardia que no pudiste esquivar.

Es solo el guardia con algo en su mano.

Es solo un cuchillo que te quita la vida.

Es solo el guardia que te apuñala por la espalda.

La única sangre que veras hoy es la tuya.

La única muerte que veras hoy es la tuya.

Siempre fuiste un payaso más del show que se escapó del circo.

Creaste tus propias reglas, tu propio odio valido solo en tu mente.

Ahora caes por tu propio odio, tu propio odio te mato.

Es una autoeliminación. Tan solo tú.

Tú y la estrella femenina con su guardia.

Tan solo tú y tu roja sangre que mancha la alfombra de terciopelo.

Eres tú, solitario y el frió.

Tan solo tú y tu frió cadáver.

Es tan frió como el cuchillo que te asesino.

"Hace demasiado frió, sube la calefacción payasito odioso, lo único que necesitabas era un poco de calor, ese calor humano que se te arrebato cuando pequeño, tan solo eso y podrías haber sido un payasito feliz" 

Pero ahora estas muerto y no existe vuelta atrás

Ella seguirá ganando millones.

Ella seguirá siendo la reina de las fiestas de exclusividades.

Ella seguirá matando animales por diversión.

Y tu solo tendrás una fría lapida que nadie llorara. 

Nadie recordara y seras un anécdota mas de las noticias.

Aquella lapida la cubrirá la nieve. Sin nombre ni descripción.




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